Por lo general, no me gustan los shooters de ambientación bélica. Creo que les he cogido tirria por la sobreexplotación que han sufrido esta última generación desde que Call of Duty marcó tendencia con Modern Warfare. Esto supuso un punto de inflexión en el que potenciales ideas frescas e innovadoras quedaron en segundo plano frente a la avalancha de shooters genéricos que intentaron emular al gigante de Activision.
Así que si echamos la vista atrás nos encontramos con un género estancado:
-Las mismas mecánicas: disparar desde coberturas, abastecerse de la munición de soldados caídos, armas clónicas, botón para el cuerpo a cuerpo, pantalla ensangrentada como indicador de daño y vida regenerativa, barriles rojos colocados estratégicamente para que te lleves medio pelotón enemigo por delante, fases que te obligan a jugar estáticamente asumiendo el control de una torreta, especial énfasis en el modo multijugador, etc. Jugar a distintos shooters me ha resultado prácticamente la misma experiencia. Y lo cierto es que tampoco Spec Ops: The Line despunta en este apartado.
-La misma ambientación: ¡ay, qué malos que son estos coreanos/árabes/rusos/enemigodeEstadosUnidosquetoqueeneljuegoencuestión! ¡Y qué buenos nosotros, que sólo queremos evitar la guerra y salvar el mundo!
-Los mismos personajes: los protagonistas de estos juegos han provocado la popularización del término dudebro, que describe a un marine cachas, implacable, de mirada malhumorada y más plano que el encefalograma de una alpargata.
¿Por qué Spec Ops: The Line supone un soplo de aire fresco? No quiero hacer demasiado spoiler, así que seré poco revelador. El juego recoge todos los clichés del género y escupe en ellos. Qué divertido era bombardear un campamento enemigo en Call of Duty, ¿verdad? Hazlo aquí y te sentirás bien jodido... si tienes un mínimo de empatía, claro.
Creo que el objetivo de Spec Ops es darnos una bofetada por divertirnos jugando a matar, sacarnos de esa zona de confort que han establecido los shooters que le preceden y ofrecernos una visión menos superficial de lo que supone realmente un conflicto humano. ¿Y cómo lo consigue? Haciéndonos sentir mal, horriblemente mal, COMO LA MIERDA.
JO-DER. |
Y mira que al principio parecía la historia de siempre: encarnas al Capitán Walker, que a simple vista no es más que el dudebro de turno. Y tu objetivo es evacuar a los americanos supervivientes en una Dubái arrasada por una tormenta de arena y llena de malvados musulmanes insurgentes. Pero sospechas que algo va a ser distinto desde el mismo menú principal, en el que una deteriorada bandera americana ondea sobre las ruinas de los rascacielos mientras, en contraste con el imperante silencio de la ciudad, suenan unos tristes rasgueos de guitarra que enseguida reconocemos como el himno de los Estados Unidos. Y vaya si es distinto.
Pero bueno, hasta aquí puedo contar. ¿Qué no me ha gustado tanto? Como ya he dicho, no hay ninguna innovación en la jugabilidad respecto al resto de shooters, incluso han metido los clásicos barriles rojos que he mencionado antes. No me importa demasiado, al fin y al cabo vine aquí buscando una trama y unas sensaciones, cosa que me ha dado. Y un breve apunte al respecto: el efecto devastador en la moral habría sido mayor si nos hubieran otorgado más libertad de acción. Hay momentos en los que sí logras empatizar con la situación pero no te sientes tan responsable de la tragedia como si hubieras sido tú, como jugador, el responsable directo, y no Walker obedeciendo a un guión.
En definitiva, dadle una oportunidad a este juego si buscáis una historia cojonuda y una experiencia distinta en un género al que parecía que no le quedaba nada que ofrecer.
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